Antibióticos para todo(s)

Según un estudio publicado en la revista científica ‘The Journal of Pediatrics’, los pediatras españoles prescriben de media a los bebés de 0 a 2 años 1,5 antibióticos al año. Tres veces y media más que los noruegos y el doble que los alemanes. La media cae hasta los 1,05 entre los 3 y los 5 años y a 0,52 en la franja de edad comprendida entre los 6 y los 12. Aún así, la tasa multiplica por más de dos a la de Noruega. ¿Por qué con una epidemiología tan similar, las cifras son tan diferentes? ¿Qué consecuencias puede tener en el futuro esta sobre prescripción de antibióticos?

Por Diana Oliver y Adrián Cordellat

En el estudio publicado por The Journal of Pediatrics se han analizado las tendencias de seis países: EEUU, Corea, Noruega, Alemania, Italia y España. La parte española del estudio ha sido realizada por la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO) y ha tomado como muestra a toda la población pediátrica de la Comunidad Valenciana. ¿Se pueden extrapolar los resultados al resto de España? Para Javier Díez, director científico y jefe del Área de Investigación en Vacunas de Fisabio la respuesta es un sí rotundo: “La AEP tiene sus técnicas de formación y prácticamente todos los estudios que hacemos en la Comunidad Valenciana sobre pediatría se pueden extrapolar al resto de España. Los resultados serían prácticamente iguales en el resto de Comunidades”.

Esta contundencia la pone en entredicho Roi Piñeiro, vocal del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que considera que puede haber diferencias sustanciales entre Comunidades Autónomas. No obstante, Piñeiro reconoce que el estudio refuerza tendencias ya conocidas y que es “un toque de atención importante que debe generar una lectura crítica” y alertar de que en España “quizás no se hagan las cosas tan bien como se deberían hacer”.

Falsa seguridad

Para el representante de la AEP, los antibióticos generan una sensación de “falsa seguridad” en las familias, pero también en los pediatras “que de alguna manera no tienen muy claro lo que están haciendo o no se han revisado las últimas guías”. El pediatra, en cierto modo, utilizaría el antibiótico como una forma de protegerse “por aquello tan español del “no vaya a ser que”, algo que para Piñeiro no debería ser válido: “La medicina es una ciencia inexacta, pero una ciencia al fin y al cabo y el “no vaya a ser” no nos vale”.

Javier Díez, por su parte, destaca que uno de los grandes problemas que tenemos en España “es que la población piensa todavía que el antibiótico es muy beneficioso. Y sí, son muy buenos cuando están indicados, pero muy malos si no lo están”. Para el investigador, los pacientes generalmente piensan que los antibióticos “hacen cosas que realmente no hacen” y, sin embargo, no tienen en cuenta sus efectos negativos, que a veces pueden ser graves: “Posiblemente, si hacemos un balance riesgo-beneficio de la utilización de antibióticos en muchas de las ocasiones en las que se recetan el riesgo sería mayor que el beneficio”.

antibioticos y niños

Riesgos del abuso de antibióticos

El director científico y jefe del Área de Investigación en Vacunas de Fisabio señala dos tipos de consecuencias provocadas por la sobre prescripción de antibióticos que afectan directamente a los niños que los reciben. Por un lado inmediatas, como pueden ser “diarrea, vómitos, decaimiento, además de otros efectos secundarios que ni se piensa que se pueden dar: irritabilidad, cansancio o erupciones cutáneas”. Por otro, una que tiene sus consecuencias más a medio y largo plazo: “Si a un niño le damos antibiótico de forma innecesaria y un mes después tiene una otitis, ésta habrá sido producida por un microbio resistente al antibiótico que le hemos dado, con lo cual será mucho más difícil de tratar”.

Esto último, llevado a escala global, ha sido según Díez “el motivo principal” del estudio ya que se utilizan tantos antibióticos que cada hay más microbios resistentes a los mismos: “Ya existen microbios resistentes a todos los antibióticos conocidos, lo cual es un verdadero problema de salud pública”. Según el responsable del estudio con el uso de antibióticos se ha solucionado un problema, como era el de tratar infecciones que antes eran graves, “pero estamos generando otro problema muy grave, ya que nos estamos quitando las armas para tratar enfermedades que hace unos años se trataban fácilmente”.

Ya existen microbios resistentes a todos los antibióticos conocidos, lo cual es un verdadero problema de salud pública.

Javier Díez recuerda en ese sentido las estimaciones de un estudio publicado en mayo por el Gobierno Británico, según el cual hoy en día estarían muriendo ya más medio millón de personas en el mundo por bacterias resistentes a los antibióticos. Para 2050, cuando los niños de hoy sean adultos, “si no cambiamos las rutinas de prescripción” esa cifra ascenderá hasta los diez millones, más que las víctimas del cáncer. Para Roi Piñeiro estas estimaciones son hoy “ciencia ficción, algo que no se puede demostrar”, pero matiza que si no se regula el uso de antibióticos los catastróficos pronósticos podrían cumplirse.

El ejemplo de Noruega

Noruega es un país modelo en el uso de antibióticos. A los niños de 0 a 5 años apenas se les recetan una media de 0,45 antibióticos al año, cifra que cae hasta 0,21 en la franja de edad de 6 a 12 años. ¿Qué ocurre en el país nórdico para que con una epidemiología similar a la española tengan unas tasas tan bajas? “En Noruega o Holanda (el país europeo que menos antibióticos receta) las sociedades científicas son muy agresivas en cuanto al uso racional de antibiótico. Así que allí para que un pediatra o médico de familia recete un antibiótico tiene que estar clarísima la indicación”, asegura Díez. Al respecto, Piñeiro recuerda que en nuestro país existe un documento de consenso “en el que viene muy definido en qué casos hay que recetar antibiótico, qué antibiótico y en qué dosis”. En ese sentido, explica que hoy en día, con la informatización de los expedientes y las historias clínicas, “sería relativamente fácil comprobar qué pediatras hacen las cosas bien y quiénes mal. Otra cosa es que se quiera hacer”.

Para Javier Díez, la conclusión del estudio es que “se usa mucho más antibiótico que en países cercanos y que existen evidencias indirectas de que se están sobre tratando enfermedades”. Un ejemplo del uso abusivo de antibióticos son los bebés: “Es el paciente que más se trata porque es el más indefenso, el que da más miedo a padres y pediatras. Si tenemos en cuenta que más del 95% de las infecciones de bebés son por virus es fácil llegar a la conclusión de que estamos tratándolos de una forma totalmente inadecuada”.

Si tenemos en cuenta que más del 95% de las infecciones de bebés son por virus es fácil llegar a la conclusión de que estamos tratándolos de una forma totalmente inadecuada.

Una de las enfermedades que se están sobretratando en pacientes pediátricos, quizás la que más, es la otitis. “En países como Noruega o Holanda prácticamente no se tratan nunca porque son autolimitadas, de forma que tienen indicaciones muy específicas, mientras que en España esta indicación es muy light, de forma que se tratan con más frecuencia”. Según Piñeiro, por su parte, “no tiene mucho sentido” que hoy en día en España, en un niño mayor de dos años que no tiene factores de riesgo, se receten antibióticos para la otitis, ya que el tratamiento para esta enfermedad está muy definido. “Que luego los pediatras se lean los documentos y los apliquen es otra cosa”, concluye.

antibioticos

Necesidad de concienciación

Según el investigador de Fisabio, en España “falta concienciación social del valor de los antibióticos”. En ese sentido, apunta que se da mucho tratamiento “por presión social, porque los padres lo demandan y no hay tiempo en las consultas para explicar todo el proceso a los pacientes”. En palabras de Díez sería fundamental “educar a los pacientes, formar mejor a los pediatras y que el sistema sanitario tome cartas en el asunto de forma urgente”.

Para Roi Piñeiro la clave estaría en “no ceder a la presión del paciente y de las familias y explicar caso por caso por qué hace falta o no antibiótico”. En ese sentido añade que nuestro país “no puede permitir que haya profesionales que prescriban antibióticos sin ningún tipo de control, ya no por el daño o por el gasto económico que pueda causar a los pacientes, sino por el daño que puede hacer a nivel nacional dentro de unos años”.

No puede permitir que haya profesionales que prescriban antibióticos sin ningún tipo de control por el daño que puede hacer a la salud nivel nacional dentro de unos años.

“Los estudios se quedan en la nada si no se toman medidas para que la situación mejore”, continúa el vocal de la AEP, que explica que si el país se quiere tomar en serio la problemática “lo primero que tiene que hacer es un estudio de prescripción a nivel nacional y luego tomar cartas en el asunto para ver qué profesionales hacen una prescripción inadecuada y ponerle remedio a través de la formación y de cursos de reciclaje”.

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Autor entrada: Diana Oliver

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